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Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto, pero que como sí lo es para nuestra mente y eso es lo que vale para nosotros, lo damos por real.

Puede ser algo con lo que hayamos convivido desde pequeños o que se haya incorporado en nuestra vida a través de alguna experiencia u opinión.

Si nosotros creemos que no podemos, el cerebro ya nos predispone para eso. Los no puedo, no valgo, internalizados en el subconsciente se convierten en preceptos que condicionan nuestra vida y son obstáculos para conseguir nuestros objetivos y tener la vida que deseamos.

Muchas de nuestras creencias limitantes provienen de la infancia, pero otras se han formado a partir de generalizaciones erróneas que hemos hecho de situaciones puntuales. Por ejemplo, si has cometido un error en el trabajo, puedes utilizarlo para sustentar creencias como “no soy lo suficientemente bueno” y “no valgo para nada” o puedes verlo desde una perspectiva positiva que te conduzca a esforzarte para mejorar tus habilidades.

El problema de las creencias limitantes es que limitan la vida de un individuo, le impiden crecer como persona, y conseguir aquellas cosas que le ilusionan, que quieren en realidad. Por ello, también es importante cambiar las creencias limitantes por creencias potenciadoras.

¿Cuáles son las distorsiones cognitivas más comunes?

En la base de las creencias limitantes normalmente se encuentran las distorsiones cognitivas, formas erróneas de procesar los hechos que dan lugar a problemas emocionales. Las más frecuentes son:

  • Pensamiento polarizado. Interpretar los eventos en términos absolutos, sin considerar los puntos intermedios, puede dar lugar a creencias como: “solo me suceden cosas malas”.
  • Sobre-generalización. Sacar conclusiones basándose en casos aislados y extenderlas a todas las situaciones suele conducir a razonamientos globales del tipo: “no le caigo bien a nadie”.
  • Abstracción selectiva. Centrarse solo en determinados aspectos de la situación, casi siempre en los negativos, obviando los positivos, genera numerosas creencias limitantes, como puede ser: “mi desempeño ha sido desastroso”.
  • Autoacusación. Asumir la culpa por todo lo que sucede lleva a la persona a pensar que no es lo suficientemente buena en nada, desarrollando creencias como “soy muy torpe”.
  • Razonamiento emocional. Sacar conclusiones en base a cómo nos sentimos en vez de analizar la realidad es la base de numerosas creencias limitantes, como por ejemplo: “soy un inútil”.

Reconocer la creencia limitante: el primer paso esencial

El primer paso para trabajar las creencias será el poder reconocerlas e identificarlas. La escucha activa y la auto observación de la forma de expresarnos nos permitirán ir identificándolas. Prestar atención a las distorsiones cognitivas revisadas arriba.
Una vez identificadas, sería de ideal entender el origen de esta creencia limitante, a través de diferentes preguntas como: ¿Qué te hace pensar esto? ¿Por qué nace este pensamiento en mi? Idealmente sería entender cómo se ha llegado a este pensamiento, dónde se originó y por qué.

Cambiar la creencia limitante

Una vez detectadas, todas las técnicas para eliminar creencias limitantes se basan en desafiarlas continuamente y con constancia.
La toma de conciencia de que la creencia existe y de cuál es exactamente representa una parte muy importante del trabajo. Una vez hecho, resulta útil seguir unos pasos para lograr a cambiarla:

  1. Tomar conciencia de los resultados que obtenemos con ella. Para saber si es una creencia limitante, es necesario entender sus consecuencias. Se puede preguntar: ¿Qué estás ganando pensando eso?
  2. Darse cuenta de su intención positiva: ¿Qué hay de bueno en esa creencia que hace mantener ese pensamiento? Seguro que en algún lugar y en algún momento ese pensamiento tuvo un beneficio. Es importante que sepas qué intención positiva tiene tu creencia limitante antes de cambiarla.
  3. Elegir un nuevo pensamiento o creencia potenciadora. Tiene que tener la misma intención positiva que la creencia limitante anterior. Si la anterior creencia quería proteger, es necesario que la nueva creencia potenciadora mantenga esa intención protectora.
    Con esto nos damos cuenta de que las creencias limitantes se ajustan a una realidad muy parcial: la propia de cada uno.

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Para la construcción de este blog se tomó información de las siguientes fuentes: Psicopedia, Elpadropsicologos, Afloraconsulting.